La pequeña Sierra de Bolón se extiende al oeste de la población de Elda. Con su cota máxima en 652 metros, se trata de un modesto cerro muy próximo al núcleo urbano. Junto con la Sierra de Camara, constituyen las dos montañas más importantes de la población.
Bolón es famoso además por el descenso que protagonizan cada años por sus laderas sus majestades los Reyes Magos. Alumbrados con antorchas y acompañados por su séquito, el recorrido continúa hasta la plaza del Ayuntamiento de Elda.
Esta mañana me he quedado con las ganas. La lluvia nos ha aguado la salida al monte de hoy, en la Serra dels Plans. A mediodía, las nubes han clareado ligeramente sobre Elda y Petrer, y no me lo he pensado. Aprovechando que hemos comido pronto, he salido en dirección a la Sierra de Bolón. Una ruta modesta, pero que tenía pendiente desde hacía años.
He aparcado el coche junto al Instituto la Melva, y me he dirigido al cercano puente que pasa bajo la vía. Enseguida he visto las típicas marcas de sendero, blancas y amarillas.
Un poco más adelante, unos indicadores me confirmaban que iba por buen camino. Desde aquí, unos trescientos metros de desnivel para alcanzar la cumbre de Bolón. Una hora, según el cartel del PR-CV 196. Lo peor era que el tiempo estaba volviendo a empeorar por momentos…
Sin prisa pero sin pausa, voy siguiendo las marcas del sendero. Contrariamente a lo que yo pensaba, no se trata de la senda que sube directamente desde la rambla, sino que va bordeando el monte por la parte norte. Por el camino, indicios de que hay un rebaño de cabras no demasiado lejos.
Y efectivamente, no tardo mucho en ver a las cabras. Y al pastor, guarecido junto a unas rocas, y con un paraguas. Está empezando a llover, así que decido protegerme yo también. Primero lo intento con el chubasquero del todo a cien, pero hace demasiado viento. Lo cambio por el paraguas (también del todo a cien).
Voy ganando altura poco a poco, por un sendero que avanza por la vaguada entre las dos lomas. Llego a un collado a mitad de monte, desde aquí ya hay bonitas vistas hacia el valle de Elda-Petrer, con la Sierra del Cid al fondo.
El tiempo sigue empeorando. Aquí arriba el viento es más fuerte, casi vendaval. Me decido a cambiar nuevamente el paraguas por el chubasquero. Y sigo subiendo. La fiesta ya me ha estropeado la mañana, y no pienso dejar que haga lo mismo con la tarde.
Desde el collado, el sendero sube suavemente justo a la derecha de la cresta, con vistas al norte, justo de donde sopla el viento. La lluvia me golpea la cara, y el viento trata de arrancarme el chubasquero. Pero no me detengo. Llego al collado entre la cima y la gran cruz metálica.
Primero voy a por la cima, a 652 metros. Desde aquí saltan en parapente. El suelo está preparado con unas redes para hacer la tarea más sencilla. Una foto rápida, tratando que la lluvia no alcance la cámara, y para abajo.
Y luego, a por la cruz. Para llegar hasta ella es necesario un pequeño trayecto por la roca. Sería sencillo si el viento y la lluvia no me golpearan cada vez con más fuerza. Parece mentira lo fuerte que puede llegar a soplar en este modesto monte. Un par de fotos más, y me preparo para el descenso.
Cuando llego abajo, estoy empapado. El agua me gotea por la frente. Pero estoy contento, me he salido con la mía. He alcanzado esta modesta cumbre, que la naturaleza se ha empeñado en hacer difícil. ¿Podría decirse que he ganado la batalla? No lo creo. La naturaleza es invencible. Aunque nos empeñemos en hacerle daño…
no esta mal este reportaje pero creo que es muy importante quehubieras sacado tambien algunas de sus casas poe que tienen tropecientos años y son geniales…yo vivi alli mi infancia y la recuerdo con mucho cariño
gracias
he visto las fotos y nos ha picado la curiosidad, mañana lo subiré con una amiga, creemos que para ser novatas no va a estar nada y sobretodo esperamos que al final no llueva para el medio dia como estamos viendo…
gracias por la info!!!