Con vistas a la Bahía de Xàbia: El Mirador del Cap de Sant Antoni

Si tuviéramos que buscar un equivalente alicantino al Fisterra gallego, el lugar elegido sería, probablemente, el Cap de Sant Antoni. Porque, a pesar de no ser el punto que más se adentra en el mar de la geografía alicantina ―ese título lo ostenta el Cabo de la Nao, también en Jávea― la sensación que uno percibe cuando llega aquí es la misma que transmite el cabo coruñés: la de estar alcanzando el confín de la tierra…

El Cap de Sant Antoni, el Cabo de San Antonio, es la prolongación hacia el mar de «el vell Montgó«, una de las montañas más queridas de la Marina Alta, parque natural desde 1987. Un Montgó que se precipita hacia el Mediterráneo de forma tan repentina como formidable, dando lugar a unos vertiginosos acantilados de más de 150 metros de altura. La última y feroz embestida del Prebético antes de ser engullido por el océano.

Justo aquí, con vistas a la Bahía de Xàbia, al golfo de Valencia y a las vecinas Pitiüses (Ibiza y Formentera), se alza un impertérrito centinela, un protector incansable de las gentes del mar: el Faro del Cap de Sant Antoni. Una sobria construcción que, como todas las de su especie, nos señala la frontera entre dos mundos: la tierra y el mar. Y, en este caso, yo me atrevería a añadir un tercero: el cielo.

Pocos lugares en la geografía Alicantina presumen de una panorámica tan formidable como la que aquí podemos contemplar y que, en días claros, alcanza desde el soberbio Penyagolosa, en Castellón, hasta la Isla de Ibiza, pasando por la cumbre de la Sierra de Aitana, la montaña más alta del Territorio Diánico.