A lo largo de mis más de diez años como apasionado de la fotografía de paisaje, y más concretamente de la fotografía de montaña, he tenido el privilegio de vivir momentos épicos en las alturas: instantes mágicos, por lo general efímeros, en los cuales todos los factores se alinean para dar como resultado una visión de gran belleza y energía. He disfrutado en no pocas ocasiones de esas últimas luces en las cumbres, que por lo general adquieren matices carmesí; o de ventanas de luz que se abren entre las nubes, iluminando el paisaje con una luz celestial que lo inunda todo.
Hace unos días, como os contaba en mi blog de fotografía, pude vivir uno de esos momentos épicos en la cumbre del Puig Campana. La fecha había sido elegida minuciosamente. Los factores climatológicos no acompañaban en exceso, como era de esperar en estas fechas de calores, brumas y cielos densos.
Sin embargo, cuando el astro rey ascendió por encima del horizonte, a la hora señalada, el milagro se produjo: el disco solar enmarcó unas siluetas montañosas de la Serra de Tramuntana de Mallorca, situadas a 260 kilómetros de distancia: el Puig de Galatzó y la Mola de s’Esclop.
Como decía al principio, fue un instante mágico y de gran emotividad, de esos que no se olvidan…
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Crónica de la Aventura
La experiencia para la consecución de la fotografía de Mallorca desde el Puig Campana comenzaba a eso de las 3:00 de la mañana. A esa hora, iniciaba la ascensión nocturna en solitario al Puig Campana, por su cara norte. La idea era estar en la cumbre antes del amanecer, para así tener opciones de realizar la fotografía, siempre con el permiso de las condiciones meteorológicas apropiadas.
Despues de un par de horas de ascensión, con breves descansos, llegaba al Bancal del Moro. Al constatar que iba sobrado de tiempo, me relajé, y disfruté con calma de la parte final de la ascensión.
Una vez en lo más alto, tocaba buscar un buen lugar en el que situarme para realizar la fotografía. Necesitaba una roca en la que colocar mi cámara, con ayuda de mis «bean bags», pues para minimizar el peso había optado por no portear el trípode. Por suerte, el lugar elegido se encontraba a sotavento. Y es que, a pesar de estar en el mes de Julio, el moderado viento que soplaba en la cumbre, era de los que acaba por dejarte helado tras un tiempo de inactividad.
Todo estaba preparado, solo restaba esperar unos minutos hasta la salida del Sol. Si los acontecimientos se sucedían según lo planeado, el astro rey debía aparecer exactamente por detrás del Puig de Galatzó y la Mola de s’Esclop, a unos 260 kilómetros de distancia.
Este hecho de alineación solar haría posible una fotografía que, con el Sol en otra posición, requiere de unas condiciones excepcionales de visibilidad, las cuales es muy difícil (por no decir imposible) encontrar en verano. Y es que durante los meses de calor, lo habitual son los cielos densos, cargados de brumas y polvo en suspensión, con muy mala visibilidad.
El día en concreto, las condiciones de visibilidad que esperaba no eran del todo malas, aunque cuando llegué a la cima del Puig Campana me encontré con una densa bruma a la altura de Ibiza, que me hizo presagiar el fracaso de mi intento. No obstante, había que esperar a la salida del Sol…
Y finalmente, llegó el instante decisivo.
El Sol despuntó por encima del horizonte, con la intensidad suficiente como para atravesar la capa de bruma que hubiera podido arruinar la foto…
Pegado al visor de mi cámara, observo detenidamente, conteniendo la respiración, mientras quedo maravillado por el intenso color rojizo de nuestra estrella. En su trayectoria ascendente, la cual se me antoja al mismo tiempo lenta y apresurada, se va desplazando a la derecha, hasta que comienza el «eclipse»…
La Alineación Solar con la Serra de Tramuntana de Mallorca se materializa, y el Puig de Galatzó y la Mola de s’Esclop quedan perfectamente enmarcados en el interior del disco solar.
Amanece el 24 de Julio de 2018. Una fecha y una imagen que quedarán grabadas para siempre en mi memoria.
Uno de los aspectos mágicos de este tipo de imágenes, es el hecho de que cuando el Sol gana altura, la visión de las siluetas distantes desaparece, cerrando así el «agujero de gusano» que comunica, de forma efímera, las dos orillas del Mediterráneo…
Habrá que esperar hasta el año que viene para que esta imagen pueda repetirse, cuando el cíclico movimiento de los planetas haga posible de nuevo la alineación solar.
Antes de iniciar el descenso, disfruto de los momentos de paz, en completa soledad, en la cima del Puig Campana…
La luz poco a poco se va apoderando del paisaje, iluminando el propio Puig Campana y la Sierra de Aitana…
Más lejos, la Sella del Cau, sobresale por delante de la plataforma del Cap de Sant Antoni, en una escena donde los relieves montañosos se alzan sobre las brumas matutinas… Se aprecian también en la imagen La Campana y el Penyot de l’Orenga (Serra de Bèrnia).
Desde aquí arriba, en estos instantes de paz absoluta, hasta la bulliciosa Benidorm parece descansar plácidamente… aunque sin duda no por mucho tiempo…
Y hasta aquí, el relato de mi aventura en el Puig Campana. Si te ha gustado esta historia, te recomiendo que leas los artículos que te dejo a continuación, donde cuento la realización de otras fotografías similares:
Más fotografías de «Horizontes Lejanos»
- Mallorca desde la Sierra de Aitana, abril de 2016
- Las montañas de Alicante desde el Puig de Galatzó de Mallorca, mayo de 2016
- La Sagra desde el Maigmó, febrero de 2018
Y antes de acabar este artículo, agradecer nuevamente a Marcos Molina, fotógrafo de naturaleza de Mallorca, pues sin su ayuda, sus consejos, y las fotografías que realizó en 2010 de Alicante desde Mallorca, yo nunca hubiera llegado a realizar las mías.
Nos vemos en el próximo artículo, no olvides suscribirte si te ha gustado!!
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