Bèrnia desde les Fonts de l’Algar (i)

Mi primera visita a Bèrnia se remonta al año 2002. En aquella primera ocasión alcanzamos, no sin algunos apuros, la inaccesible cumbre de la sierra. En esta oportunidad, como en aquella primera vez, me propuse alcanzar la cima ascendiendo desde las Fuentes del Algar. Sabía que no iba a ser tarea sencilla con mi delicada rodilla, pero estaba dispuesto a intentarlo hasta el final…

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Punto de Inicio

El Punto de inicio de la ruta, como digo, lo tenemos en las Fuentes del Algar, hasta donde llegamos desde Callosa d’en Sarrià. Podemos dejar el coche en alguno de los aparcamientos de los restaurantes de la zona (nos cobrarán si no nos quedamos a comer), o bien seguir subiendo por la carretera. Tras pasar la entrada a las fuentes, giramos a la izquierda en un primer cruce. Después de algo menos de un km llegamos a una nueva bifurcación: a la izquierda sale una carretera en peor estado. En este punto ya podemos dejar el coche. Seguimos subiendo por la izquierda y poco después de una pronunciada curva asfaltada, a mano derecha, encontramos un montón de piedras que marca el inicio del sendero PR-CV 48.

En mi caso, me pasé de largo este desvío. Lo curioso es que más adelante encontré marcas de PR que me condujeron, por una ruta alternativa (y al parecer más antigua y abandonada), hasta la Cova del Bardalet, donde retomé la senda buena.

Una peculiar característica de toda esta zona son los invernaderos en los que se cultiva el Níspero con denominación de origen de Callosa d’en Sarrià, una delicia para el paladar.

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La Ruta en Detalle

Empezamos la ruta. Este primer tramo asciende en zigzag hasta la Cova del Bardalet, un antiguo sesteadero para el ganado. Ascenderemos desde unos 317 metros, superando un desnivel de 200, hasta el cruce con la senda que tomé yo, donde encontramos el sesteadero y un poste indicador.

Pronto vemos a nuestra espalda la silueta del Puig Campana, Monte Ponoig, Sanxet y resto de estribaciones de la sierra de Aitana. Más al sur, bañada por las plateadas aguas del Mediterráneo, descubrimos también la Serra Gelada.

Una vez alcanzada la Cova del Bardalet, el camino llanea. Será así hasta que empecemos la subida al Fort de Bèrnia, en otro tramo de zigzag.

Pero antes pasamos por el Corral del Bancal Roig (Corral del Bancal Rojo). Viendo la tierra por la que se abre paso la senda en esta zona, resulta fácil adivinar el por qué del nombre…

Pasamos los restos del Corral, antiguamente utilizado para guardar el ganado en invierno. Y llegamos a la curiosa charca o laguna del Bancal Roig. Dependiendo de la época del año, puede ser que encontremos agua o no.

En este punto la senda se convierte en pista forestal. Afrontamos ahora el tramo más cómodo (apenas un desnivel de 100 metros en un kilómetro), que nos llevará hasta el inicio del la subida a la fortaleza.

El camino llega finalmente a un claro, desde donde se abre un incomparable balcón a la Costa Blanca. Sin embargo, esto no es nada comparado con lo que está por llegar. Es hora de iniciar el asalto al Fort de Bèrnia…

Este tramo que estamos a punto de afrontar, nos llevará desde los 600 hasta los 800 metros en que se asienta la fortificación. Aquí la senda está totalmente invadida por aliagas y romeros, que forman un manto bicolor de tonos azules y amarillos, predominando estos últimos. El ensordecedor zumbido de las abejas custodia el camino hasta nuestro objetivo.

Poco a poco, vamos ganando altura. Por fin, aparecen los primeros indicadores. Hemos llegado al altiplano sobre el que se asienta el Fuerte de Bèrnia, construido en 1562 por orden de Felipe II. Encontramos indicadores de una “visita auto-guiada”. Por desgracia, algunos han sido destruidos por algún desalmado.

También desde aquí podemos tomar el sendero PR-CV 7, una ruta que bordea toda la sierra, atravesándola finalmente de norte a sur por El Forat.  

Ahora, por el momento, aprovechamos para tomar aire. Tranquilamente, vamos visitando las diferentes partes del Fuerte. La entrada. El interior. Los bastiones. La muralla y paseo de ronda exterior. Los arcos y torreones. Resulta fácil comprender el porqué de este emplazamiento. También la razón de que fuera desmantelado, pues su acceso era demasiado complicado.

En este lugar la historia de nuestra tierra se materializa, en perfecta unión con la naturaleza. Resulta imposible no quedarse prendado de estas montañas, de este Alicante. Este y otros lugares de la provincia son nuestro mejor tesoro, y nada tienen que ver con el “Alicante del siglo XXI” que algunos se empeñan en presentarnos. Aun a costa de pasar por encima de este legado centenario.

Haber alcanzado el Fort de Bèrnia es sin duda toda una victoria para mi maltrecha rodilla. Pero tras los arcos de piedra del fuerte se alza la cima de la sierra, y me pregunto si sería capaz de alcanzarla. No puedo negarme a, cuanto menos, intentarlo…