Es habitual que la Sierra de Aitana se cubra de blanco cada invierno, aunque lo normal es que la nieve solo permanezca en las partes más altas durante unos pocos días. Los espesores pueden alcanzar los 50 centímetros o más.
5 de Marzo de 2011. A eso de las 10 de la mañana llego a la Font de Partegat, en Benifato, deseoso de empezar a caminar sobre la nieve caída en las últimas horas en la Sierra de Aitana.
El aparcamiento de la Font de Partegat está a tope, como suele ocurrir en las contadas ocasiones en que nuestras montañas se visten de blanco.
Afronto la primera parte de la subida, por pista forestal, entre bancales de almendros que todavía lucen en flor, muestra de que aquí arriba todo lleva un ritmo diferente.
Un poco más adelante, la pista se convierte en senda. Conforme voy ganando altura, la nieve se hace más presente. En esta zona, como es habitual, el terreno está bastante embarrado.
Llegando a la Font de Forata, retomamos el camino ancho. Aparecen las antenas de las instalaciones militares en la cumbre de Aitana. El día me recuerda mucho al que pudimos vivir en Abril de 2009, la cantidad de nieve caída es muy similar.
Llego a la Font de la Forata, donde aprovecho para reponer fuerzas, y visitar uno de los muchos pozos de nieve de Aitana, junto a la propia fuente. Al fondo aparece la Sierra de la Serrella, que no tiene ni pizca de nieve en esta ocasión. Otra vez será.
Desde aquí, impresionan mucho los enormes paredones de la Penya Alta de Aitana. Apenas se aprecia en la foto, pero las dos diminutas siluetas en lo más alto son en realidad dos personas asomándose al vacío.
Me dirijo ahora hacia el mítico “Passet de la Rabosa”, una zona protegida por una microrreserva de flora. En este tramo, la senda llanea, hasta que alcanzamos la base del paso y su caos de bloques.
Al pie del Pas de la Rabosa. De nuevo dos personas aparecen “al filo de lo imposible”.
Llego al Passet de la Rabosa, punto más delicado de la ruta: hay que superar una pequeña trepada, y un paso estrecho entre grandes rocas. La nieve está en buen estado, no hay hielo, y por tanto no hay peligro de resbalones, así que decido subir. Aún así, conviene extremar las precauciones.
Una vez arriba, las vistas son todavía más espectaculares. Si os fijáis, a la derecha de las peñas se puede apreciar la Penya Forata, con su característico agujero.
Foto inferior: una de las pocas vistas que pude disfrutar hacia la bahía de Alicante, con el Cabo de la Huerta. Poco después la niebla lo cubrió todo…
Tras atravesar la zona de las Simas de Partegat, pongo rumbo hacia la cima accesible de Aitana.
Ahora sí, la niebla secuestra el paisaje definitivamente. Aunque no pueda disfrutar de las vistas, este ambiente también tiene su encanto.
Alcanzo la cumbre! Aprovecho para hacer una lectura del GPS en lo más alto, y para comer algo y beber antes de continuar la ruta.
Desde la cumbre, regreso al rellano junto a las simas, y desde allí emprendo el regreso en dirección al Port de Tagarina, caminando por la pedregosa senda que transitael cordal de la sierra.
Por un momento, la niebla se disipa y me permite fotografiar el Puig Campana, también con algo de nieve en su cara norte. Junto a él asoma el islote de Benidorm.
Después del tramo de senda a lo largo de la cresta, que llega a hacerse algo largo e incómodo, llego por fin al Port de Tagarina. Desde allí, voy a seguir la pista forestal en dirección a la Font de Partegat.
Pero antes, aprovecho para desviarme y visitar uno de los pozos de nieve mejor conservados de la Sierra de Aitana.
Y ahora sí, es hora de regresar, y dar por terminada la ruta. De vuelta en la Font del Partegat. Soy el último, todos se han marchado ya.
Es lo que tiene hacer tantas fotos durante la ruta, y tomarse la montaña con mucha calma. Que me quiten «lo bailao»!